Microrrelato
Un temblor precipitó su caída hacia la cama,
y sin poder despedirse de su amada,
el colchón se lo tragó.
Ella todavía lo está buscando.
Mujer acostada en el colchón, 1974, Darío Morales.
El hombre sin brazo se despertó. Estaba somnoliento y le dolía la cabeza. Había dormido fatal.
Se incorporó despacio apoyándose torpemente con una mano y se sentó en el borde de la cama, sin recordar dónde narices lo había puesto. Levantó la alfombra con el pie ¡y ahí estaba!, el puñetero brazo que había perdido antes…
¡Ah..., ya falta menos! -pensó el principe Felipe- ¡Ya son las once y media! A las doce seré otra vez ratón.
Le dio un beso en la frente a Cenicienta, que había dejado el libro sobre la mesilla, dispuesta a apagar la luz, y se dieron la vuelta deseándose mutuos felices sueños.
Las frías sábanas de raso…
Me desperté.
No había amanecido.
Las imágenes del sueño todavía dibujaban en mi cabeza su risa tonta, su mirada anodina, sus labios finos y amarillos.
Vi lágrimas azules sobre la arena de su cara en una playa desierta del norte de España. Y las olas borraban su rostro en el infinito de mi sueño.
Me di la vuelta.
Le vi…