Me asomo.
Me desperezo en la humedad de la tierra que descompone mi carne.
Le veo arrastrarse sobre las estelas del camposanto, y saltar sobre ellas bañado por la luna nueva.
Le dije que no tardara.
Las lápidas se remueven bajo su peso. Muchas se hunden en el fango de la lluvia, vencidas por su empeño.
Se acerca su silueta.
Lo amo
ya viene
ya no puedo esperar más.
La luz despunta en el horizonte.
Oigo como escarba en la tierra.
Y levanta mi losa para colarse por el hueco.
Quiere estar otro día a mi lado
y buscar en mi cuerpo, la sangre que alimenta nuestro amor salvaje.
Licántropos
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